Tú de espantar el mal te encargas

A veces me siento tan sola con el precipicio que no me doy cuenta de que me estás salvando.
Sanos y salvos,
me repites en el medio de algo maravilloso.
Sanos y salvos.
Creo que nunca estaré lo suficientemente segura de estar haciéndolo bien si tú no eres el que me de el visto bueno,
esa respuesta a  las preguntas que no tienen ni pies ni cabeza,
y tú le encuentras sentido de desastre.
Por eso sé que puedo contar contigo en lo más hondo,
por que tú me hablas de sonrisas y ojos preciosos después de doler,
me sacas de la oscuridad para enseñarme lo que es querer
y lo bonito que es ser querido.
Me has salvado, has sido mi héroe y el hombro en el que llorar,
eres un dedo por el que cuento
y alguien por quién pondría la mano en el fuego.
Has luchado por mí,
me has protegido de la tormenta y me has enseñado lo que es mi vida.
Y es que soy,
aunque no esté,
y eso...
Eso te lo debo.

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