Dice que no sé de un imposible de nosotros. Se humedecen sus ojos, las despedidas siempre te han puesto triste. Un miércoles por la noche cuando menos te lo esperas te dice que se os ha hecho demasiado tarde y tienes prisa. Y que no puede esperarte a que hagas las maletas. Así que bueno, lloras, que más da. Lloras sin derramar lágrimas claro, hace mucho tiempo que perdiste la capacidad de romperte hacia fuera. Y eso te ahoga, te consume. Como un vaso te llenas hasta arriba, y no desborda. El cristal se agrieta por la presión pero nunca se rompe. Nunca. No sé, nunca estamos preparados para algunas hostias, por que tenemos tanto miedo de pensar que algunas personas se vayan a ir que preferimos pensar que van a estar ahí siempre. Nada más lejos de la realidad. Un miércoles por la noche, cuando menos te lo esperas, despiertas. No piensas darle demasiadas vueltas, no quieres arañar más la herida. El vaso continúa llenándose, desbordándose sin derramar ni una sola gota. El cristal sigue agrietándose: Llega Septiembre y ella se va. Crees que es lo justo, pero a lo mejor es solo una triste excusa.
No hay comentarios:
Publicar un comentario