21:59 de un Miércoles cualquiera de Abril.
Aunque no es un miércoles cualquiera, 
es el miércoles.

No sabes qué pasa,
que está pasando,
quién pasó y porqué no lo va a volver a hacer,
aunque sabes que es tu culpa que no lo haga.

Nunca es demasiado tarde,
pero ella y su nerviosismo 
hacía que te preguntaras
una y otra vez 
¿qué hace aquí, 
conmigo?

Pero no vuelve.
Dicen que a veces
cuando se quiere hay que dejar ir,
y quién lo ha probado,
sabe que no es probable,
y quién no lo ha probado,
que no lo haga.

Ella,
y sus ojos de raro color,
su risilla,
sus coloretes, 
sus costillas bajo tu estómago,
sus amor-odio en un día,
sus inseguridades...
Devuélvemelo todo,
no quiero sentirme sin ella,
bueno...
no siento si no es ella quién 
hace que me sienta mejor.


Siguen siendo las 21:59,
y no he sido capaz ni un sólo día
de no pensar en ella 
sonriendo por otras risas,
haciendo enamorar a otro 
con su inocencia
 y conociéndola y saber que no lo es,
pensar que mis dedos no la recorrerán más.

Me encantaría saber si es demasiado tarde,
dios,
quiero seguir conociéndola,
no quiero dejar que
todo esto,
se quede en un día cutre 

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